Un programa de televisión para cada edad del niño
Antes de los 3 años: es demasiado pronto. Nada de tele para los bebés. Sin embargo, sentar al niño en el regazo mientras vemos un programa es muy tentador. Al fin y al cabo, no se entera de nada, pensamos. Pero, en realidad, su cerebro es como una esponja: absorbe todo lo que ve.
Desconfiad de las cadenas para bebés, aunque el
contenido parezca anodino. Los expertos se muestran de acuerdo en
considerar que son peligrosas para el desarrollo del niño. Si el bebé está a cargo de una niñera, hay que intentar hablar con ella.
De los 3 a los 8 años: acompañadlo en sus
descubrimientos. No dejéis a los niños pequeños solos ante una pantalla.
Es importante que los padres acompañen a sus hijos en el descubrimiento
del mundo de las imágenes y puedan hablar con ellos de lo que ven. Los
niños menores de 8 años solo deberían ver programas infantiles.De los 8 a los 12 años: bajo control. Hay que mantener un control sobre el contenido de los programas que ven los niños y sobre el tiempo que pasan frente a la pantalla. Lo mejor es establecer unas normas sobre qué días y a qué horas pueden ver la televisión.
Podemos consultar la programación con él aunque, hoy
en día, la oferta es inabarcable. Fijaos en las advertencias sobre la
edad aconsejada. Controlad también su acceso a internet, instalando un
software de control paterno.
Mucho cuidado con los telediarios. Cada vez emiten
más imágenes que pueden herir a los niños. Y, solo a veces, los
presentadores advierten sobre la dureza de las imágenes que están a
punto de aparecer. Por lo general, el aviso llega demasiado tarde y los
padres ya no tienen tiempo de alejar a sus hijos de la pantalla.
En la adolescencia: mantened el diálogo
y despertad su espíritu crítico. Cuanto mayor es el niño, más difícil
es mantener el control. Pero esa no es razón para renunciar demasiado
pronto. Cuanto más tarde entren las pantallas en la habitación del
adolescente, mejor. Y cuanto más dure el control del tiempo que pasa
ante ellas, también.
Hablad con él sobre las imágenes que ha visto, de lo
que le ha gustado y de lo que le ha podido chocar. Es importante
despertar lo antes posible, su espíritu crítico y su capacidad de
reflexión y ayudarlo a verbalizar sus emociones.